rss
email
twitter
facebook

sábado, 4 de noviembre de 2006

Antes de volver

Hace un tiempito -más valdría decir tiempaso, si es que al tiempo le caben los aumentativos- que volví de Argentina. Volví a la casa que es nuestra desde hace ya cinco años. Claro que nuestra en el sentido figurado solamente, lejos estamos de tener una casa acá.Ya antes de volver los días no fueron para nada tranquilos, las palabras “decidir”, “elegir”, “último año” y varias otras venían ocupando un lugar enorme. Y de la vuelta a Suiza pasamos a la vuelta a Argentina en mucho menos tiempo de lo que se tarda con los eternos vuelos de TAM. De a poco me fui dando cuenta que nos volvemos con 6 años de lluvias y mates a contramano encima. Y se me ocurrió hacer un balance rápido de un par de cosas.

Nunca es buena idea hacer un balance a la ligera. Según la RAE, un balance puede ser tanto un movimiento que hace un cuerpo, inclinándose ya a un lado, ya a otro como un estudio comparativo de las circunstancias de una situación, o de los factores que intervienen en un proceso, para tratar de prever su evolución, entre otras cosas. Y exactamente es una mezcla de estas dos acepciones lo que me pasó cuando hice mi primer intento. Evalué las circunstancias de la situación y los factores que intervenían muy rápido y acto seguido mi cabeza empezó a inclinarse a un lado y no pude centrarla nuevamente.

El balance se basa en ver hasta qué punto en estos 6 años -de los cuales ya pasaron 5- aproveché haber estado acá. Es cierto que el principal objetivo de esta inversión de tiempo es capacitación, y en este punto los años fueron muy bien aprovechados. Pero no menos iportante es la vida que hay fuera del estudio, por lo menos para mí. Y por eso pensé que el balance iba a ser mucho más sencillo y en consecuencia más rápido.

Empecé entonces por ver cuánto había hecho que no tuviese que ver con el estudio, por ejemplo, conocer otros lugares. Tuve mucha suerte, es cierto. Conocí lugares que no tenía pensado, y todas fueron experiencias inolvidables. No viajé poco y cuando hice la cuenta me puse muy contento. Error! Pensé un poco más y ví que quería conocer un montón de otros lugares, y si había podido hacer x cantidad de viajes en cinco años, hacer x.2 en un sólo año iba a ser imposible.

No me puse mal, le busqué el lado positivo, y no es poco haber viajado y visitado lugares tan lindos. Así que medio a regañadientes salvé el primer punto y seguí adelante con la esperanza de que volver a Argentina me iba a facilitar acercarme a latitudes diferentes y no menos interesantes.

Seguí con Suiza mismo. Y acá me acordé de mi viejo. Más de una vez me dijo “Leo, estando en Suiza tendrías que ir a una fábrica de chocolates, y a una relojería, no?”. Sacando los quesos digamos que es lo más representativo de estos lares, así que tiene razón. Pero resulta que pasaron cinco años y nunca fui ni a una fábrica de chocolates ni a una relojería. Esto sí lo anoté en la libretita de cuentas pendientes, aunque no sé nisiquiera dónde buscar las direcciones.

El viaje en tren seguía y me dije que cinco años no era tanto, que demasiado había podido hacer en este tiempo. Después de todo cinco años son... Y ahí me dí cuenta: es mucho tiempo. Rápido busqué un poco más profundo, y encontré otras cosas más que importantes que me habían pasado en estos años. Sin ir más lejos mi mujer, que antes era mi novia y ya cambió de estado. Aunque ahora que lo pienso eso no fue acá. Tenemos algo tan importante como una casa, pero tampoco es acá. Y llegué a la conclusión que casi todo lo realmente importante que no tuviese que ver con el estudio no pasó en Suiza.

Y no tuve más remedio que aceptar que el problema es que no estoy ligado emocionalmente con este país. No puedo decir nada en contra, obviamente, pero nada que salga de lo más profundo de mi estómago tiene la banderita con la cruz. No sé si está bien o está mal este desapego emocional hacia un país en el cual estoy viviendo años y momentos más que significativos, pero no lo puedo evitar. Me duermo muchas veces escuchando a Dolina, escucho Radio Mitre y Rock&Pop durante el día y empiezo la mañana con mates y leyendo el Clarín por internet.

Peor aún, no tengo mucha idea de lo que pasa políticamente hablando en el país, cosa que incomoda mucho cuando estando en Buenos Aires alguien me pregunta algo como “¿Y qué tipo de gobierno tienen en un país como Suiza para que todo funcione como funciona?”. Tarde o temprano tengo que asumir en la conversación que básicamente no tengo más que una pobre y vaga idea. Ahora, eso sí, sé que en Suiza el 20% de la población somos extranjeros, una receta un poco extraña que nos mezcla con Turcos, Indios, Alemanes, Franceses, Italianos, orientales de todos los amarillos posibles y varios latinoamericanos.

Estamos todos acá, nos vemos y hasta interactuamos. Pero yo hace un tiempo que vivo allá, y ahora me está empezando a hacer cosquillas la panza. Me daría pena pensar que no aproveché tanto como como hubiese podido. Y mientras el tren sigue y es increíble cómo no se escucha nada de ruido, vuelvo a ver las montañas como cuando llegué, con una mezcla rara de curiosidad y encanto. Voy a tratar de ver un poco más allá de mis sentimientos.

La conclusión es siempre la misma. No hay peor cosa que estar en un lugar queriendo estar en otro.

0 comentarios: